El otro día leí en la revista
Saber Vivir, un artículo de María T. López, Farmacéutica técnica en nutrición y
dietética. Me pareció tan interesante, que voy a resumirlo aquí.
“¿Sabes en realidad todo lo que
ingieres cada vez que comes un producto envasado? Si lo piensas, llegarás a la
conclusión de que la respuesta es no. Incluso aunque seas de los que repasa las
etiquetas antes de llevarse un producto a casa porque te preocupas de que tu
dieta esté libre de grasas malas o demasiados azúcares.
Todo apunta a que, antes de lo
que pensamos, “barreremos” con nuestros teléfonos móviles sobre el código de
barras de cualquier producto envasado para poder leer en la pantalla una amplia
y detallada explicación de lo que cada alimento contiene, pero por el momento
debemos investigar nosotros.
Atención a estos términos:
“Light”: todos los productos
que pertenecen a esta categoría contienen un 30% menos de calorías que su
versión “normal”. Esta disminución calórica se consigue reduciendo o bien
sustituyendo alguno de sus componentes (por ejemplo, se cambian los azúcares
por distintos tipos de edulcorante).
“Bajo valor energético”: hace
referencia a las calorías contenidas en cada alimento. Sólo puede figurar en
aquellos productos que aportan menos de 40 Kcal por cada 100 g o bien menos de
20 Kcal cada 100 ml.
“Sin valor energético”: siempre
menos de 4 Kcal por cada 100 ml o cada 100 g.
TIPOS DE GRASAS QUE CONTIENEN
LOS PRODUCTOS ALIMENTICIOS:
Antes las etiquetas sólo tenían
que informar sobre si eran de origen animal o vegetal, sin especificar su
procedencia exacta. En cambio hoy sí es obligatorio hacerlo, sobre todo porque,
en contra de lo que la gente pueda pensar, no todas las grasas vegetales son
buenas.
Lo es la del aceite de oliva. En cuanto a las grasas de maíz o de girasol, otras de las más
utilizadas, ambas suelen hidrogenarse (se les añade hidrógeno) para elaborar
muchos de los productos que las llevan. Estas son las grasas “trans”, mucho más
dañinas para la salud, sobre todo la cardiovascular, que las grasas saturadas.
“Bajo en grasas”: el alimento
aporta, como máximo, 3 g de grasa por cada 100 g o 1,5 g. cada 100 ml.
“Sin materia grasa”: puede
llegar hasta un 0,5% de materia grasas por cada 100 g o ml.
UN ERROR BASTANTE COMÚN: Los
alimentos cuyo envase anuncia que “son bajos en grasas” aportan también pocas
calorías. El error está en creer que un alimento light es por definición bajo
en grasas, cuando no siempre ocurre así. Un buen ejemplo: la margarina light
tiene 40 g de grasa por cada 100 g, más de 10 veces por encima de la que debe
aportar cualquier producto para que, según la legislación, pueda ser considerado
bajo en grasas.
“Sin azúcar añadido”: no se ha
añadido ningún azúcar, pero esto no quiere decir que no la contuviese (y a
veces mucha) previamente.
“Bajo contenido en azúcar”:
hasta 5 g de azúcar por cada 100g o en 100 ml.
“Sin azúcar”: hasta 0,5 g de
azúcar por cada 100 g o por cada 100 ml”.
Otro día os hablaré de los
famosos “E”, para que tengáis una lista y saber los productos que deberíais
descartar de inmediato.
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