Que tu alimento sea tu medicina. Que tu medicina sea tu alimento.

Que tu alimento sea tu medicina. Que tu medicina sea tu alimento.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LA CULTURA ECOLÓGICA


Hoy publicamos una reflexión muy interesante, extraida de internet, con autor desconocido.
Para acompañar a la lectura, os recomendamos esta canción, de un artista fallecido hace pocos años. A pesar de su obesidad mórbida, Israel Kamakawiwo'ole tenía una de las voces más dulces que jamás he escuchado.



En la fila del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa para las compras, ya que las bolsas plásticas no son buenas para el medio ambiente y era necesario tener cultura ecológica.
Este es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente.La señora pidió disculpas y explicó:
Es que no había esta cultura ecológica en mis tiempos...
En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se devolvían a la tienda; la tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterilizadas, antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.
Pero no teníamos cultura ecológica en nuestros tiempos...
Subíamos las gradas porque no había escaleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos hasta el almacén en lugar de montar en nuestro vehículo de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer dos cuadras.
Pero tenía razón: no teníamos la cultura ecológica en nuestros días...
Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios; la energía solar y la eólica verdaderamente secaban nuestra ropa. Los chicos usaban la ropa de sus hermanos mayores; no siempre modelitos nuevos.
Pero está en lo cierto: no teníamos una cultura ecológica en nuestros días...
En ese entonces teníamos una televisión o un radio en la casa, no un televisor en cada habitación; y la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo (¿se acuerdan?), no una pantallota del tamaño de un estadio.
En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hacían todo por nosotros.Cuando empacábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no plastoformos ni bolitas plásticas.
En esos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar el pasto; usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.
Pero está en lo cierto: en esos tiempos no había una cultura ecológica ...
Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico, cada vez que teníamos que tomar agua.
Recargábamos las plumas fuentes con tinta, en lugar de comprar una nueva; cambiábamos las hojillas de afeitar en vez de echar a la basura toda la afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.
Pero no teníamos una cultura ecológica por entonces...
En aquellos tiempos, la gente tomaba el tranvía o un ómnibus y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o caminaban, en lugar de usar a la mamá como un servicio de taxi de 24 horas.
Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos; y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de satélites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.
Así que, ¿no les parece lamentable que la actual generación esté lamentándose cuán botarates éramos los viejos por no tener esta cultura ecológica en nuestros tiempos?
Foto: subida al Aguile du Midi (Mont Blanc - Los Alpes), por Rosa Glez.Castro 2010.

sábado, 3 de diciembre de 2011

INTELIGENCIA EMOCIONAL Sentirse bien con uno mismo.


A pesar de los conflictos, la pobreza, las muertes y las carencias, a pesar de cualquier limitación que suceda, hay un pintor que se levanta muy temprano y, después de asomarse por su ventana, se pone a pintar en la Tierra colores y vida. El sol es un pintor despreocupado de todo. Quizá el sol simplemente se siente bien de ser sol, de hacer lo que le gusta. ¿Habrá algo así como un sol deprimido, ansioso o preocupado por las deudas? ¿Habrá un sol que le duela la cabeza o padezca de artritis? ¿Dudará el sol de acariciar una flor porque le “cae mal” o de caer en la cabeza del vecino porque este le hace la vida de cuadritos?



Sentirse bien con uno mismo quizá sea una de las tareas más interesantes y profundas en estos tiempos. Cuando las experiencias de la vida fluyen en armonía y todo parece que se alinea de acuerdo a lo que amamos y queremos, la sensación placentera que se experimenta es dulcemente inigualable: hay una especie de enamoramiento con todo lo que nos rodea y la vida parece brillar en todos sus rincones. Sin embargo, no siempre podemos sentirnos así de bien. Muchas veces la vida nos confronta con experiencias que no siempre son del todo disfrutables, y más que alegrías y sensaciones placenteras nos traen dolor, frustración: carencia y limitación.


Cuando nos encontramos ante circunstancias adversas o poco gratas, buscamos de alguna forma sentirnos bien. Y en esta búsqueda muchas veces encontramos cosas en el camino, como compañías o experiencias que nos dan felicidades pasajeras, como aquellas que simplemente apaciguan un momento con otro momento, disfrazando o distrayendo lo que no nos gusta ver, sentir o padecer. Y aunque estas alegrías son parte de la vida y no dejan de ser parte del bufete de opciones, de alguna forma, a la larga, no alcanzan a llenarnos por completo. Y pasan los días y parece que más que llevarnos a realizar y dulcificar nuestra vida, nos alejan de lo que verdaderamente amamos y buscamos.


Sentirnos realmente realizados

Para encontrar la verdadera realización en uno mismo, y llegar a sentirse bien con lo que uno es, bastaría quizá observar un poco más a la naturaleza. En la natura hay muchos mensajes de sabiduría que nos pueden acercar a lo que realmente anhelamos. Uno de sus mensajes más claros es que la naturaleza simplemente nos acepta como somos. La aceptación es uno de los escalones básicos que nos conducen a las alturas de la realización. Aprender a aceptarnos bajo cualquier circunstancia es aprender a ver de una forma clara y consciente nuestras debilidades y limitaciones, tener claro lo que tenemos y somos, sin juzgarnos, reprocharnos o culparnos.

Si observamos, no importa lo que hagamos, pensemos y hasta digamos; el aire siempre está silencioso frente a nosotros para darnos oxígeno, y la luz para nutrir nuestras células. La naturaleza no nos juzga, no nos critica ni nos maltrata con exigencias exageradas.Ella simplemente nos permite el espacio de exploración, aprendizaje y creación.


Ciertamente la vida se hace más disfrutable, y podemos disfrutarla más y sentirnos mejor con nosotros mismos a medida que nos vamos conociendo y teniendo consciencia de lo que realmente somos, de nuestro potencial creativo. Tenemos un cuerpo para movernos por el tiempo, y una mente extraordinaria capaz de transformar cualquier adversidad en algo grandioso. Si queremos, podemos rodearnos de música y flores, de abundancia y alegría, si tan sólo pensamos en eso. Y es cierto que quizá no tengamos una bola de cristal que nos diga que sucederá en el futuro y cómo se pondrán las cosas en nuestras vidas, pero si tenemos actualmente un cuadrado de cristal llamado monitor por el cual podemos ver y acceder a internet, una poderosa herramienta informativa que, bien utilizada, puede llevarnos a acceder al conocimiento de nosotros mismos y a las magias que este saber conlleva.


Tenemos a nuestro alcance más recursos que en todos los tiempos para comprender de qué se trata todo esto llamado vida, y de entender el mensaje que hay debajo de cada experiencia molesta, de extraer “el oro” de aquello que a nuestro alrededor parece opaco, sin sentido, doloroso y carente.


Por más que una experiencia parezca dura, limitada o gris, hay algo dentro de nosotros que es capaz de transformarla en algo grandioso, pero se nos olvida a menudo que quien está creando nuestra realidad somos nosotros mismos. Nos ponemos tensos, ansiosos, irritables y miedosos porque no nos conocemos lo suficiente como para sentirnos más grandes que cualquier adversidad, no alcanzamos aún a ver que dentro de nosotros esta esa fuerza Divina, la cual es capaz de crear universos y destruir estrellas. ¿Qué no podría hacer la fuerza Divina en nuestras vidas? ¿Qué problema o limitación no podría transformar? De alguna forma jugamos un juego grandioso sin haber leído a consciencia el instructivo de cómo usar nuestra mente y sus extraordinarios potenciales.


Nuestra atención está muchas veces en lo que no queremos, lo que nos disgusta y nos duele. La realidad hace mucho ruido allá afuera, nos distrae de lo que somos y del potencial creativo que tenemos: de la energía divina que se mueve entre cada átomo de lo que somos.


Aceptar y transformar

Aceptar la realidad y a nosotros mismos no significa que nos tenemos que conformar con una vida limitada o carente. Significa que nos hacemos conscientes de lo que realmente tenemos y de lo que nos gustaría transformar. A través de aceptar nuestra vida así como es, y de aceptarnos a nosotros con nuestras debilidades, dolores, etc., sin juzgarnos ni reprobarnos, podemos entonces empezar a engrandecer lo que somos.

¿Cómo engrandecer la vida?

Poniendo toda nuestra intención en conocer más acerca de nosotros, en cómo podemos usar nuestra maravillosa herramienta creativa llamada mente y cómo aprender a amar y valorar más la persona que somos pues, después de todo, dentro de nosotros habita la naturaleza que mueve universos y tiene la Magia más grandiosa de todas para transformar lo que sea. ¿Cómo uno no va a sentirse bien con uno mismo sabiendo qué clase de poder llevamos dentro?

Resumiendo...


5 formas de sentirte bien contigo mismo:


Evita tratar de complacer a los demás. recuerda que si tu estás bien, todo lo demás lo estara, y podras dar y ayudar más. Asi que empieza por complacerte primero a ti mismo.

No te critiques ni juzgues, observate con objetividad y valora las cosas que puedes hacer para engrandecer tu vida.
No compitas con nadie, trata de hacer las cosas de forma más creativa y amable pero por que eso te hace sentir bien y no a otra persona. Evita, además, tratar de tener siempre la razón, tu punto de vista es tan valioso como el de los demás.
Evita culparte, pues la culpa es un autocastigo que no lleva a nada. Háblate y trátate como si fueras el mejor de tus amigos, y comprende que siempre haces lo que mejor puedes.
Y recuerda que, a pesar de cualqueir limitación, dentro de ti tienes el poder de transformar una carencia o problema en algo grandioso.

Fuente: Biomanantial.